Deuteronomio 14:22-29 (Los diezmos de Israel)
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14 El necio ha dicho en su corazón: No hay Dios. Son corruptos, han hecho obras abominables, no hay quien haga el bien. 2 El Señor miró desde el cielo a los hijos de los hombres, para ver si había alguno que entendiera y buscara a Dios. 3 Todos se han desviado, todos a una se han vuelto inmundos; no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno. 4 ¿No tienen conocimiento todos los obradores de iniquidad, que devoran a mi pueblo como quien come pan, y no invocan al Señor? 5 Tuvieron gran temor; porque Dios está en la generación de los justos. 6 Habéis avergonzado el consejo del pobre, porque Jehová es su refugio. 7 ¡Oh, si de Sión saliera la salvación de Israel! Cuando el Señor haga volver la cautividad de su pueblo, Jacob se alegrará, e Israel se regocijará.
Hotboi – El Oráculo
1. Acabamos de escuchar uno de los salmos más famosos de la historia cristiana. En efecto, el Salmo 110[109], que la Liturgia de Vísperas nos presenta cada domingo, es citado con frecuencia en el Nuevo Testamento. Los versículos 1 y 4, en particular, se aplican a Cristo siguiendo la antigua tradición judaica que ha transformado este himno davídico de alabanza real en un salmo mesiánico.
Podremos distinguir claramente en él dos partes. La primera (cf. vv. 1-3) contiene un oráculo dirigido por Dios al que el salmista llama “mi señor”, es decir, al soberano de Jerusalén. El oráculo proclama la entronización a la “diestra” de Dios del descendiente de David. En efecto, el Señor le habla diciendo: “Siéntate a mi derecha” (v. 1). Es muy probable que se trate de una alusión a un rito que exigía que la persona elegida para sentarse a la derecha del Arca de la Alianza, recibiera el poder de gobierno del rey supremo de Israel, es decir, del Señor.
3. En este trasfondo se percibe la presencia de fuerzas hostiles que han sido neutralizadas por una conquista victoriosa: los enemigos aparecen retratados a los pies del soberano, que avanza solemnemente entre ellos portando el cetro de su autoridad (cf. vv. 1-2). Esto refleja sin duda una situación política real, registrada en la época en que un rey cedía su poder a otro con la sublevación de algunos subordinados o un intento de conquista. En adelante, sin embargo, el texto se refiere a un contraste general entre el plan de Dios, que actúa por medio de su Pueblo Elegido, y las intrigas de quienes quisieran afirmar su propio poder hostil y falsificado. He aquí, pues, el eterno conflicto entre el bien y el mal que se desarrolla en el contexto de acontecimientos históricos a través de los cuales Dios se manifiesta y nos habla.
God of War:Parte 27-Los anillos de Pandora
Hablando del Salmo que se lee cada domingo durante las vísperas, el Pontífice dijo que en su primera parte hay un “oráculo de Dios dirigido al soberano de Jerusalén a quien el salmista llama ‘mi Señor’. El oráculo proclama la entronización del descendiente de David ‘a la diestra’ de Dios”.
“En la distancia”, continuó, “se ven fuerzas hostiles, que sin embargo son compensadas por una conquista victoriosa”. Hay un “contraste general entre el proyecto de Dios, que opera a través de su pueblo elegido, y los planes de quienes quisieran afirmar su poder hostil y abusivo.”
El Santo Padre se refirió después a la segunda parte del Salmo, que “contiene una profecía sacerdotal en la que el rey David vuelve a ser el protagonista. Garantizada por un solemne juramento divino, la dignidad real se une a la dignidad sacerdotal.”
“La referencia a Melquisedec, rey-sacerdote de Salem, o de la antigua Jerusalén, es por tanto el modo de justificar el sacerdocio especial del rey junto al sacerdocio levítico oficial del templo de Sión”.
La diferencia entre adoni, Adonai y Kyrios
2 Sam. 16:7-8- 7Y así dijo Simei mientras maldecía: ¡Fuera, fuera, hombre de sangre y hombre de Belial! 8Jehová ha vuelto sobre ti toda la sangre de la casa de Saúl, en cuyo lugar tú has reinado; y Jehová ha entregado el reino en mano de Absalón tu hijo; y he aquí, tú has sido tomado en tu propia maldad, porque eres hombre de sangre. (2 Sam. 16:7-8)
Sal. 35:7,20- 7Porque sin causa han escondido para mí su red en una fosa; sin causa la han cavado para mi alma. 20 Porque no hablan paz, y contra los tranquilos de la tierra maquinan palabras engañosas. (Sal. 35:7,20)
Sal. 59:3-4- 3Porque he aquí, acechan a mi alma; se juntan contra mí los fuertes; no por mi rebelión, ni por mi pecado, oh Jehová. 4Corren y se preparan sin mi culpa; despierta a mi encuentro, y he aquí. (Sal. 59:3-4)
Sal. 69:4- 4Los que me odian sin causa son más que los cabellos de mi cabeza; los que quieren destruirme, siendo mis enemigos injustamente, son poderosos: entonces restituí lo que no quité. (Sal. 69:4)