La sagrada familia de jesus oracion ss juan pablo ll

Oración al Papa Juan Pablo II por su intercesión

Oh, San Juan Pablo, desde la ventana del cielo, concédenos tu bendición. Bendice a la Iglesia que amaste, serviste y guiaste, conduciéndola valientemente por los caminos del mundo para llevar a Jesús a todos y a todos a Jesús. Bendice a los jóvenes, que fueron tu gran pasión. Ayúdales a volver a soñar, ayúdales a volver a mirar al cielo para encontrar la luz que ilumina los caminos de la vida aquí en la tierra.

Que bendigas a todas y cada una de las familias. Advertiste el asalto de Satanás contra esta preciosa e indispensable chispa divina que Dios encendió en la tierra. San Juan Pablo, con tu oración, protege a la familia y a cada vida que brota de ella.

Reza por el mundo entero, que sigue marcado por las tensiones, las guerras y las injusticias. Tú te opusiste a la guerra invocando el diálogo y sembrando las semillas del amor: ruega por nosotros para que seamos incansables sembradores de paz.

Oraciones de Juan Pablo II

1. La celebración del Año de la Familia me brinda la grata oportunidad de llamar a la puerta de vuestra casa, deseoso de saludaros con profundo afecto y de pasar un rato con vosotros. Lo hago con esta Carta, tomando como punto de partida las palabras de la Encíclica Redemptor Hominis, publicada en los primeros días de mi ministerio como Sucesor de Pedro. Allí escribí que el hombre es el camino de la Iglesia.

Con estas palabras he querido evocar, en primer lugar, los múltiples caminos por los que camina el hombre y, al mismo tiempo, subrayar el profundo deseo de la Iglesia de estar a su lado mientras recorre los senderos de su vida terrena. La Iglesia comparte los gozos y las esperanzas, las penas y las angustias del peregrinaje cotidiano del hombre, con la firme convicción de que fue Cristo mismo quien la puso en todos esos caminos. Cristo confió el hombre a la Iglesia; le confió el hombre como “camino” de su misión y de su ministerio.

La familia tiene su origen en ese mismo amor con el que el Creador abraza al mundo creado, como ya se expresó “en el principio”, en el Libro del Génesis (1,1). En el Evangelio, Jesús ofrece una confirmación suprema: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único” (Jn 3,16). El Hijo unigénito, de una sola sustancia con el Padre, “Dios de Dios y Luz de Luz”, entró en la historia humana a través de la familia: “Por su encarnación, el Hijo de Dios se unió en cierto modo a todo hombre. Trabajó con manos humanas… y amó con un corazón humano. Nacido de María la Virgen, se hizo verdaderamente uno de nosotros y, excepto por el pecado, fue como nosotros en todos los aspectos”. Si, en efecto, Cristo “se revela plenamente al hombre”, lo hace a partir de la familia en la que eligió nacer y crecer. Sabemos que el Redentor pasó la mayor parte de su vida en la oscuridad de Nazaret, “obediente” (Lc 2,51) como “Hijo del Hombre” a María, su Madre, y a José, el carpintero. ¿No es ya esta “obediencia” filial de Cristo la primera expresión de aquella obediencia al Padre “hasta la muerte” (Flp 2, 8), por la que redimió al mundo?

Sociedad San Juan Pablo II

Oh, San Juan Pablo, desde la ventana del cielo, concédenos tu bendición. Bendice a la Iglesia que amaste, serviste y guiaste, conduciéndola valientemente por los caminos del mundo para llevar a Jesús a todos y a todos a Jesús. Bendice a los jóvenes, que fueron tu gran pasión. Ayúdales a volver a soñar, ayúdales a volver a mirar a lo alto para encontrar la luz que ilumina los caminos de la vida aquí en la tierra.

Bendice a las familias, bendice a cada familia. Advertiste el asalto de Satanás contra esta preciosa e indispensable chispa divina que Dios encendió en la tierra. San Juan Pablo, con tu oración, protege a la familia y a cada vida que brota de la familia.

Reza por el mundo entero, que sigue marcado por las tensiones, las guerras y las injusticias. Tú atajaste la guerra invocando el diálogo y sembrando las semillas del amor: ruega por nosotros para que seamos incansables sembradores de paz.

Oraciones de la misa de la fiesta de san juan pablo ii

1. Hoy trasladamos nuestra mirada desde la gruta de Belén, donde nació el Salvador en la Noche Santa, hasta la humilde casa de Nazaret, para contemplar a la Sagrada Familia de Jesús, María y José, cuya fiesta celebramos en el ambiente festivo y familiar de la Navidad.

El Redentor del mundo eligió la familia como lugar de su nacimiento y crecimiento, santificando así esta institución fundamental de toda sociedad. El tiempo que pasó en Nazaret, la mayor parte de su vida, sigue estando envuelto en un profundo silencio. Los evangelistas nos han transmitido muy poca información al respecto. Sin embargo, si aspiramos a una comprensión más profunda de la vida y la misión de Jesús, debemos acercarnos al misterio de la Sagrada Familia de Nazaret para observar y escuchar. La liturgia de hoy nos ofrece una oportunidad providencial para hacerlo. 2. Para todo creyente, y especialmente para las familias cristianas, la humilde morada de Nazaret es una auténtica escuela de Evangelio. Aquí admiramos, puesto en práctica, el designio divino de hacer de la familia una íntima comunidad de vida y de amor; aquí aprendemos que toda familia cristiana está llamada a ser una pequeña “iglesia doméstica” que debe brillar con las virtudes evangélicas. El recogimiento y la oración, la comprensión y el respeto mutuos, la disciplina personal y la ascesis comunitaria y el espíritu de sacrificio, de trabajo y de solidaridad son rasgos típicos que hacen de la familia de Nazaret un modelo para todo hogar.

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