Paz
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Oh Dador de todos los dones sobrenaturales, que colmaste el alma de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, con tan inmensos favores, te ruego que me visites con tu gracia y tu amor y me concedas el don del santo temor, para que actúe sobre mí como un freno que me impida caer en mis pecados pasados, por los que te pido perdón.
Concédeme el don de entendimiento, para que pueda aprehender los misterios divinos y por la contemplación de las cosas celestiales desprenda mis pensamientos y afectos de las cosas vanas de este miserable mundo.
Concédeme el don de la sabiduría, para que pueda dirigir rectamente todas mis acciones, refiriéndolas a Dios como mi último fin; para que, habiéndolo amado y servido en esta vida, tenga la felicidad de poseerlo eternamente en la otra.
¿Qué es el don de comprensión del Espíritu Santo?
Comprensión: En el entendimiento, comprendemos cómo debemos vivir como seguidores de Cristo. Una persona con entendimiento no se confunde con todos los mensajes conflictivos de nuestra cultura sobre la manera correcta de vivir. El don de entendimiento perfecciona la razón especulativa de una persona en la aprehensión de la verdad.
¿Cómo rezar por el don del Espíritu?
Pido al Señor que me dé un corazón de fe para confiar en el Espíritu y en la obra del Espíritu en mi vida, pido un corazón que desee los dones del Espíritu para el “bien común”, y pido estar abierto a los dones del Espíritu en los demás. Pido que se acallen en mí los celos de los dones de los demás.
Oración por los siete dones del espíritu santo pdf
¿Amas al Señor, como Él te ama? La mejor manera de expresar su devoción a Él es a través de oraciones que se centran en el poder del Espíritu Santo. Aquí compartiremos hermosas oraciones para alabar e invocar al Espíritu Santo. Inclúyalas en su práctica espiritual para celebrar a su Salvador y pedir su presencia en su vida.
“Las partes más útiles fueron no creer en el Espíritu Santo, y el don de Discernimiento. Lo que más me llamó la atención fue que el Espíritu Santo invoca el discernimiento. Sin el Espíritu Santo, el discernimiento está lejos de ser posible de obtener o entender”…” más
Profecía
Los siete dones del Espíritu Santo son la sabiduría, el entendimiento, el consejo, la fortaleza, la ciencia, la piedad y el temor del Señor… Completan y perfeccionan las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer fácilmente las inspiraciones divinas. – CIC 1831
La Tercera Persona de la Santísima Trinidad puede ser a menudo descuidada, porque a menudo está oculta y es sutil y evasiva. El Espíritu Santo habita en lo más profundo de cada alma humana bautizada, y sin embargo nos olvidamos de esta Morada Divina. A veces Él se agita. A veces toca nuestros corazones. A veces se mueve con fluidez, a veces con rapidez. Otras veces, duerme.
Mientras reflexionamos en este tiempo que sigue a Pentecostés, conviene reflexionar sobre nuestra relación con el Espíritu Santo y preguntarnos cómo podemos consolidarla. Es el Espíritu Santo quien “derrite lo congelado y calienta lo frío”, como escuchamos en la Secuencia del Domingo de Pentecostés. Él nos concede sus dones de forma gratuita y sin que nos lo pidan. Cada uno de ellos no es una habilidad o un talento adquiridos; debe concedérsenos en función de nuestra necesidad y de las necesidades de quienes forman parte de nuestra vida.
Oración por los dones espirituales pdf
Este recuerdo en el Espíritu y en virtud del Espíritu . . es un aspecto esencial de la presencia de Cristo en nosotros y en su Iglesia. El Espíritu de verdad y de caridad nos recuerda todo lo que Cristo dijo y nos ayuda a entrar cada vez más en el sentido de sus palabras. Todos tenemos esta experiencia: un momento, en cualquier situación, hay una idea y luego otra se conecta con un pasaje de la Escritura. . . . Es el Espíritu quien nos lleva a recorrer este camino: el camino de la memoria viva de la Iglesia. Y nos pide una respuesta: cuanto más generosa sea nuestra respuesta, más las palabras de Jesús se hacen vida en nosotros, convirtiéndose en actitudes, opciones, acciones, testimonio. En esencia, el Espíritu nos recuerda el mandamiento del amor y nos llama a vivirlo.
Un cristiano sin memoria no es un verdadero cristiano, sino que se queda a medio camino: un hombre o mujer, prisionero del momento, que no sabe atesorar su historia, no sabe leerla y vivirla como historia de salvación. Sin embargo, con la ayuda del Espíritu Santo, somos capaces de interpretar las inspiraciones interiores y los acontecimientos de la vida a la luz de las palabras de Jesús. Y así crece en nosotros el conocimiento de la memoria, el conocimiento del corazón, que es un don del Espíritu. ¡Que el Espíritu Santo reavive en todos nosotros la memoria cristiana! Y allí, aquel día con los apóstoles, estaba la Virgen de la Memoria, que desde el principio meditaba todas esas cosas en su corazón. María, nuestra Madre, estaba allí. Que ella nos ayude en este camino de la memoria.