Oración de Santa Justina de Antioquía
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Si se examina la historia de los santos en el catolicismo romano, se descubre que dos destacados santos conmemorados anteriormente el 26 de septiembre fueron retirados de la lista de santos en 1969. La razón era bastante sensata: se descubrió que eran ficticios. Nunca existieron.
Ahora bien, como hemos visto, el hecho de que nunca hayan existido no significa que un santo no siga figurando en el calendario de la Ortodoxia Oriental, porque la Ortodoxia Oriental nunca ha realizado una investigación sistemática de su lista de santos – y así, en la Ortodoxia Oriental, los dos santos ficticios de los que hablamos hoy siguen figurando y siendo venerados, tanto en el calendario de la Iglesia como en los iconos. Los encontrará en la lista del 2 de octubre.
Pues bien, “Kiprian e Iustina” son, en la ortografía occidental, Cipriano y Justina, santos y santas unidos por sus biografías ficticias, y juntos conforman lo que probablemente fue un relato bastante emocionante para quienes tomaron su historia como verdad y no como fantasía.
Aunque probablemente se basa en elementos anteriores, el documento llamado Los Hechos de San Cipriano y Santa Justina es en realidad un texto compuesto escrito originalmente en griego. Cada parte -conversión, confesión y martirio- fue escrita por un autor diferente. Datan de la segunda mitad del siglo IV (300 d.C.).
Trabajar con San Cipriano
testigos de este milagro, no se muestran. Semen est verbum Dei. Texto latino:
que está muy lejos”. (Isaías 33: 15-17) Hic est filius meus dilectus. Texto latino:
verdad de la Resurrección. Resurrexit secundum scripturas. Texto latino:
16-17; San Marcos 1: 9-11; San Lucas 3: 21-22). Ego vobiscum sum omnibus diebus. Texto latino: I
San cipriano patrón de
La historia de San Cipriano, conocido como “El Mago”, cuenta que era mago en Antioquía y se dedicaba a la brujería. Vivía en Antioquía en el siglo III de nuestra era. Un día tuvo un cliente que le pidió que consiguiera mediante hechizos que una joven se casara con él, ya que le había rechazado. Convencido de su habilidad mágica Cipriano intentó obligarla mediante hechizos, y ataques demoníacos a casarse con su cliente pero para su sorpresa, su magia no surtió ningún efecto. Pensando que ella misma era una poderosa maga, fue a visitarla para pedirle que le enseñara. Para su sorpresa, ella le dijo que no era maga, sino que creía en Dios, Jesucristo, y por eso y por su fuerte fe la magia no tenía ningún efecto en ella. Eso hizo que Cipriano abandonara la magia y se hiciera cristiano. Escribió poderosas oraciones para protegerse de la magia negra, ayudado por su comprensión de las fuerzas oscuras, que se utilizan hasta hoy para salvar a la gente de la magia negra y los ataques demoníacos. Durante la persecución diocleciana de los cristianos en el 304 d.C., él y Justina sufrieron el martirio en Nicomedia, actual Turquía.
Oración de San Cipriano y Santa Justina
Muy culto, famoso orador, se hizo cristiano de adulto. Distribuyó sus bienes entre los pobres y sorprendió a sus conciudadanos haciendo voto de castidad antes de su bautismo. En dos años se ordenó sacerdote y fue elegido, contra su voluntad, obispo de Cartago.
Cipriano se quejaba de que la paz que había disfrutado la Iglesia había debilitado el espíritu de muchos cristianos y había abierto la puerta a conversos que no tenían el verdadero espíritu de fe. Cuando comenzó la persecución de Decio, muchos cristianos abandonaron fácilmente la Iglesia. Fue su reincorporación lo que provocó las grandes controversias del siglo III, y ayudó a la Iglesia a progresar en su comprensión del sacramento de la Penitencia.
Novato, un sacerdote que se había opuesto a la elección de Cipriano, se erigió en ausencia de Cipriano (había huido a un escondite desde el que dirigir las críticas a la Iglesia) y acogió de nuevo a todos los apóstatas sin imponerles ninguna penitencia canónica. Finalmente fue condenado. Cipriano mantuvo una postura intermedia, sosteniendo que los que realmente habían sacrificado a los ídolos sólo podían recibir la comunión al morir, mientras que los que sólo habían comprado certificados que decían que habían sacrificado podían ser admitidos después de un período más o menos largo de penitencia. Incluso esto se suavizó durante una nueva persecución.